Después de varios intentos fallidos, hoy me he pasado por el
caserón, comenzaré por el principio, va a ser mejor.
Ya al entrar en el terreno me he dado cuenta de que alguien
andaba por ahí, la hierba estaba pisada, como no tengo el terreno bien atendido
enseguida me he dado cuenta. Cuando he abierto la puerta el olor a pintura me
ha sorprendido, esperaba oler a humedad, a cerrado.
Al momento he llamado a Miguel, hilo rápido, ya sabía yo que
por algo no quería venir conmigo.
-¿qué haces ahí?
-hasta donde yo sé esta casa es mía, ¿tengo que pedirte
permiso?
Digo un poco enfadada. Lo que sea que esté haciendo lo hace
por mí, he pensado dominando una mala contestación.
-espérame que ya voy.
Dice en tono cansino.
Le he esperado pero dentro, alucinando, controlando las
sensaciones contradictorias que me regala mi cerebro. Subo directamente al
desván, nadie lo ha tocado, siento mi intimidad violada a pesar de que nadie a
osado tocar nada del desván. Hace años que no subo. Desde que Manuel dejó esta
vida, no me he asomado ni ahí ni a otras zonas de la casa. ¡Tantos recuerdos!
Hay muy pocos muebles, un secreter, un baúl,
un puching, alguna silla vieja y poco más. Realmente no guardo nada
importante solo están almacenados mis recuerdos además no tengo ni quiero tener
secretos con Miguel, analizo mientras domino la absurda sensación que invade mi
cerebro. Mientras espero doy un repaso a los cuatro trastos que hay. El baúl
está como estaba cuatro antiguos dibujos míos y mucho polvo, todo esto a la
basura ¡pero ya!, pienso mientras tiro de él para acercarlo a la puerta, apilo
las sillas , le doy un buen golpe al puching
¡a la mierda con todo! No quiero seguir viviendo en el pasado, para
adelante como los de Alicante, me digo, se terminó la autocompasión, le arreo
otro puñetazo al trasto, ¡a la mierda con mis miserias! Me gusta la vida que
llevo, quiero aprender a disfrutar de ella, tengo lo que necesito para estar a
gusto y feliz y voy a aprender a serlo.
Me doy la vuelta y voy directa al secreter, abro todos los
cajones, no más secretos, en un recoveco me encuentro una nota. Manuel solía
dejarme notas para que las encontrase. Lo siento pero no quiero saber lo que
pon, me digo, mientras la rompo en mil pedacitos, vuelvo al puchin y le arreo
otro puñetazo, pasado, pasado, pasado, no me interesa. Vuelvo al secreter e
intento arrastrarlo hasta la puerta, pero no puedo, ¡anda y que te den!, le
digo dándole una buena patada que me duele más a mi que al trasto.¡ mierda de
trasto!
-cale otra hostia bien dada.
Miguel está apoyado e el alfeizar de la puerta, m entra la
risa.
-no me he vuelto loca, solo me he dejado llevar por el momento.
-¡bien hecho!
-¿Cuánto hace que estás ahí?
-un rato, lo suficiente para felicitarte.
-¡gracias! Pero tu y yo tenemos que hablar.
-si, si, luego, dale otra hostia al puchig, ¿nos lo llevamos
a casa?
-¡a la basura con todo!
Hasta mañana. Agur
MARIAN