Lo que más me fastidio de todo es que se las apañó, ha
dejado claro que es un hombre con recursos, lo que no logro entender es porqué
en casa es tan desastre.
Cuando vino a casa a la noche, más tarde de lo habitual por
cierto, como si no pasase nada. Yo no saqué el tema, no dije esta boca es mía
aunque por dentro me quemasen las ganas de preguntarle qué pensaba poner de
comer. Solo pienso intervenir si él me lo pide, pensé, si no, pienso mover un
dedo.
Antes de acostarme investigué un poco por si había ido a
comprar algo, nada, miré hasta en el capó, nada. Esperé a escucharle roncar y
miré las últimas llamadas del móvil, había llamado a las Ventas. Estamos con
servicios mínimos y esto no lo es. Así
que llamé yo, a preguntar. No sé para qué llamó, no había encargado nada de
comida. En el pueblo mañana está todo cerrado, pensé. A lo mejor piensa que lo
de no hacer nada es un farol, pensé. Pues no, esta vez no. Se las va a tener
que apañar, pensé.
Esta mañana se ha levantado me ha traído el desayuno a la
cama, todo simpático y agradable. Yo que soy una mal pensada he creído que lo
hacía para luego pedirme que me hiciera cargo de la comida. Pues no, nada ha
dicho. Yo no he sacado el tema.
Salió de casa, yo no sabía muy bien qué hacer, si vienen mis
hermanas con sus respectivos y descendencia y no hay nada preparado ¡que
ridículo! Yo no las he invitado, decía yo para justificar, las cosas no se
hacen así. Pero no pienso ceder, al fin y al cavo son mis hermanas, una buena
tortilla de patatas, tengo cosas en el congelador. Voy a esperar a ver por dónde
salen los tiros, decía yo.
Me fui al pueblo a dar una vuelta, hoy ni café ni nada, todo
cerrado. La plaza estaba abarrotada, había concentración. Me he unido a ella.
De Miguel nada, ni rastro ¿Dónde andará? Pensaba yo.
Veo pasar el coche de mi hermana me he hecho la despistada,
luego mi otra hermana y un poco más tarde mi sobrina. Yo como si nada he
seguido concentrada, charlando con unos y con otros de los motivos de la
huelga.
He vuelto a casa a las dos, dispuesta a ponerme a pelar
patatas o lo que fuera que se me ocurriese.
Alucinada me he quedado por el trajín que se traía, con
delantal y todo, que no sé de donde lo ha sacado. Olía de maravilla. Después de
saludar he entrado en la cocina, el a entrado detrás de mí con una cara de
interesante que lo flipas.
-prueba a ver si está bien de sal.
Me dice como haciéndome un favor. ¡Será posible!
-un poco soso.
Le digo más chula que un ocho, degustando un rico conejo
guisado. Ahora me dirá que lo ha cazado, he pensado sonriendo para mis adentros.
Con una prepotencia inusual en él me dice.
-pon la mesa
-¿qué mantel quieres que ponga?
Se planta a un palmo de mi nariz y me dice.
-el que te salga de los huevos.
No puedo evitar agarrarme a su cuello y besarle. Estaba especialmente
guapo.
-¡bruja!
-voy a poner la mesa, voy a tener que enfadarme más a menudo
contigo. ¿Para qué llamaste a las Ventas?
-no es asunto tuyo cotilla.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN