Mientras que el que duerme plácidamente a mi lado ronca y
ronca, ¿Cómo es posible que eche de menos sus ronquidos cuando no los tengo?
Debo estar enferma, tendría que sicoanalizar el porqué, no es normal. A lo que
iba, mientras este ronca mi cabeza intenta completar el puzle de mi vida con
Manuel, siempre supe que me escondía
cosas, algo había en él que no cuadraba, eso siempre lo intuí, aunque no
hiciera caso a esa sensación. Removió mucho en mi interior, no fui capaz de
analizar muchas cosas, muchos comportamientos suyos. Ahí es donde entra la
famosa Gema que tantos malos ratos me trajo. Quizá Miguel el roncador, tenga
razón y sea mejor no revolver.
-¡caya un poco coño!
Le pego un codazo. Me dan ganas de tapar su boca con la
almohada y eso que casi ni fuma.
La verdad es que lo que viví con él, con Manuel digo, fue
muy especial, fue como el despertar violento de una pesadilla, me tranquilizaba
y a la vez me hacia revivir una y otra vez, no fue así, me ayudó a quitar capas.
Quizá debería quedarme con eso y no revolver porque esa parte que se empeñó en
ocultarme realmente pertenecía a su pasado, supongo que no quiso mezclarme
porque nada tenía que ver conmigo, pero me fastidia que él no confiara en mi, a
lo mejor es que no estaba preparada para esa información ¡qué más dará a estas
alturas!
Me levanto a fumar un cigarro, hace frio pero la noche está
preciosa, me visto el chándal encima del pijama ¡como ha bajado la temperatura!
¡Qué frio! Y digo yo y no sé porqué ahora esto llega a mi cabeza, la seguridad
social quiere quedarse con mi casa la mía la que pagué con el sudor de mi
frente, de momento el tema ha quedado parado, pero no se por cuanto tiempo, el
coche ya lo doy por perdido en cualquier momento ejecutaran el embargo y sin
embargo de la casa que Manuel puso a mi nombre lo sé de cierto pues las
escrituras están en casa y solo figuro yo ¿porqué no se meten con ella? Es raro.
-¿qué haces aquí?
Pregunta Miguel que sale a la calle tapado con una manta,
debajo no lleva nada, lo sé de cierto.
-es imposible dormir con tus ronquidos
-¿desde cuándo te pasa eso?
Dice en tono jocoso.
-como se nota que tú no te escuchas, maja.
-¡que yo ronco! ¡Qué dices!
-no te preocupes que yo te quiero igual aunque parezcas un
camionero.
-si te pregunto algo sobre Manuel ¿vas a ser sincero
conmigo?
-no, no pienso contarte nada que tenga que ver con él,
especula eso se te da bien.
Dice mientras me abraza haciéndome un hueco dentro de la
manta.
-¿tú no llevaras una doble vida?
-de momento no tengo tiempo.
-ya me voy a encargar yo de que no te sobre ni un segundo. ¡Para!
- ¡cuántas capas llevas!
-estoy bien
-tienes las manos frías
-a pesar de los problemas económicas que tengo, estoy
tranquila, me gusta como eres.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
4 comentarios:
cómo cambia la vida con un ronquido al otro lado de la cama
Agua pasada no mueve molino, de veras.
No roncaba hasta que un día me dió por grabar las noches toledanas que me hacia pasar, ahora entiende lo de los codazos y otras monerías.
De lo otro, ni meneallo.
Saludos
Mientras más se remueve la mierda, más huele.
Una de mis muchas amigas, siempre está con la cantinela "tenemos que hablar de eso" y ese "Eso" fue lo que nos distanció, aunque ahora todo está de nuevo como antes de ese "eso" y vuelve cada rato a la dichosa cantinelacada.
¿Eres feliz y está todo bién de momento? ¡dejalo correr!
Cada uno tenemos una vida anterior, lo que importa es la que se vive desde el momento que estás con alguién.
Un besote preciosa.
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