Vuelvo a casa, como soy incapaz de meterme en la cama ni de
tumbarme en el sofá, preparo la maleta. ¿ y si se ha ido al hotel? Seguro que
sí, si no ¿Dónde va a ir? Ni corta ni perezosa, a la par de las cuatro
campanadas del reloj de la iglesia salgo de casa, me monto en el coche
embargado hasta que no se lo llevan puedo utilizarlo, me dirijo al hotel.
Pillo a la chica de recepción dormida, se pega un susto de
muerte, no me extraña. Intenta disculparse ante mi reacción, lo que ella no
sabe es que la primera que se ha pegado un buen susto he sido yo. Pregunto por
Miguel, he visto su coche en el aparcamiento. Habitación ciento veinticinco me
contesta, dándome las llaves.
Entro de puntillas en la habitación, no quiero asustarle,
solo quiero observar su reacción al meterme en su cama. Me acoplo a él, como si
de cualquier día normal se tratase.
-buenas noches, consuerte.
-buenas noches alcalde.
-estás como una regadera.
-no intentes deshacerte de mí, ya no puedes. Haces conmigo
lo que quieres…..
-más quisiera yo.
Me interrumpe.
-a dormir que las ocho llegan enseguida.
-hemos quedado a las seis.
Así que si que casi sin tiempo a dormir ya salimos de la
habitación, mientras preparo algo para desayunar mira a Miguel, salgo directa a
recepción.
-¿porqué pagas? Eres bobo o qué te pasa.
-¿Cómo no voy a pagar?
-pues porque estás casada con la casi dueña del hotel.
La recepcionista nos mira sin saber qué hacer.
-no le cobres, anula el pago, yo invito.
Digo mirándole y haciendo gestos.
Mientras desayunamos me mira con cara de no entender con
cara de ya la estamos liando de nuevo.
-vamos a ver Miguel, aquí no tienes que pagar, estaría
bueno, encima de que casi no cobro voy a pagar una habitación…..
-siempre que vengo pago.
-pues yo ¡NO!
-mal haces.
-vamos a dejarlo, no me entiendes, empecemos bien el día que
no tengo ganas de salir corriendo tras de ti. Por cierto ¿Cuándo has ocupado tú
una habitación?
Digo alarmada, empezando a pensar lo que no debo, sin saber
de dónde viene ese absurdo pensamiento. Miro sus ojos esperando no se qué tonta
excusa.
-¿Cuándo he ocupado yo una habitación?
-no sé, tú sabrás, eso es lo que me gustaría saber.
Me mira rascándose la nuca, con cara de alucinado, sin saber
qué decir, dándole vueltas al café, haciendo que me sienta la tía más idiota
del mundo mundial.
Le paso una madalena, sonriendo, guiñándole el ojo.
-¿qué ha pasado?
-nada, nada, déjalo, olvídalo. Será cosa de la menopausia.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario