martes, 7 de febrero de 2012

ESTOY EN EL PUNTO DE MIRA DE TODO EL MUNDO


Abro los ojos, me siento muy adormecida, me cuesta reaccionar. Por el reflejo de la ventana sé que es de día, quiero despertarme, reaccionar. Sigo bajo el efecto de las pastillas, me levanto arrastrando los pies y el alma, como un fantasma arrastrando sus cadenas, con el corazón herido el ánimo marchito, ajado, desesperanzada, cansada antes de la lucha.

¡Qué coño estoy haciendo! Me digo atolondrada por las pastillas, ¡no! ¡Así no! Me estoy equivocando. Mi cerebro sigue adormecido,  pero con ganas de luchar, mi cuerpo no lo acompaña. Me obligo a levantar la cabeza y los pies al caminar. ¡Tonta eres tonta! Me digo camino de la cocina.

La planta baja está helada, el termómetro de la cocina marca dos grados, enciendo un cigarro mientras enciendo la chimenea, ¿para qué? Para nada, no pienso quedarme aquí. Subo de nuevo a la habitación, el frio de la casa me ha espabilado. Me visto y salgo de  casa.

Son las ocho de la mañana, el termómetro de la calle marca menos tres grados, la gélida frisa hiela mi sangre, me estremezco, no sé dónde ir, a donde dirigir mis pasos. La somnolencia de las pastillas va desapareciendo dando paso a la tristeza. Miguel intenta establecerse en mi cabeza, lo destierro, no porque no quiera verle, si no por vergüenza ante mi reacción.

El pueblo está desierto, solo algún coche que otro rompe la calma. Entro en la tienda solo por no estar en la calle, buscando calor corporal y humano.

-¡buenos días!

Saludo lo más simpática que me sale. Idoia, mi amiga, no está. Hoy le toca a Asier abrir el comercio, es su pareja.

-buenos días, Marian.

Compro algo para justificar mi estancia en el comercio, salgo, no me apetece quedarme. Instintivamente miro la fachada del ayuntamiento, las luces están encendidas, ¿habrá llegado Miguel? No veo el coche por ningún lado.

Deambulo por el pueblo sin rumbo fijo, empiezan a aparecer niños con sus madres camino de la ikastola, van tan abrigaos con sus gorros y bufandas que casi ni se les ve.

-¡MARIAN!

Es Susana, la que me llama.

-hola

-¡qué frio! ¿Qué haces?

-dando una vuelta. El frio es sano, estira la piel.

-ya, acabo de ver a Miguel entrar en el ayuntamiento, tenía muy mala cara. ¿Va todo bien?

-sí.

-he oído decir que no has pasado la noche en su casa, que te fuiste dando un portazo.

- nada que tenga importancia ¿no tenéis nada mejor que hacer que estar pendientes de la vida de los demás?

Ignora completamente mi comentario.

-me han dicho que la chica que estaba ayer con Fermín es hija del difunto Manuel ¿es cierto?

-sí.

-¿no te llevas con ella?

-nos llevamos estupendamente. Es más hoy hemos quedado para comer ¿te apetece venir? Así no tienes que esperar a que te lo cuenten.

-como eres….

-como me sale de las narices ¿entendido? ¿Me meto yo en la vida de los demás? ¡NO! PUES DEJAR DE METEROS EN LA MIA.

-Bueno, bueno, ya veo que hoy no es tu día, hasta luego.

Estoy en el punto de mira de todo el mundo, soy la pareja del alcalde, flaco favor le estoy haciendo con mi comportamiento. Doy media vuelta y encamino mis pasos hacia el ayuntamiento.  Que sea lo que Dios quiero, pienso.



HASTA MAÑANA. AGUR.

MARIAN

2 comentarios:

rodolfo dijo...

viejo deporte el nuestro de querer vivir vidas que no nos pertenecen , para enjuiciarlas y darlas la vueltas como a un calcetín

Montse dijo...

A coger el toro por los cuernos, a veces o siempre es lo más directo y mejor.