sábado, 24 de diciembre de 2011

YA TENEMOS TRES COSAS EN COMUN


El coche está en la puerta del ambulatorio, tomo aire, entro todo digna en la sala de espera y me siento a su lado.

Me sonríe, bueno, eso está bien, aquí nos conocemos todos, no hemos hablado nunca pero las dos sabemos quiénes somos. Me doy cuenta en ese momento que no se su nombre. Me pongo a charlar con ella, sin tener en cuenta  quién es.

Hablamos del tiempo, de las inundaciones, sabe que en mi casa entro algo de agua, de las navidades, de hijos, de nietos, de todo lo que surge.

Cuando sale la enfermera a llamarla me dan tentaciones de entrar en la consulta con ella, me contengo, según está entrando me mira y me dice.

-¿nos acompañas?

Me levanto como un muelle, casi empujo a la cuidadora y guio yo la silla. Aguantando las ganas de llorar. ¡Ya empezamos!

Me siento a su lado en la consulta y la cuidadora se queda de pie.

-hoy vengo con mi nuera.

Salta sin más preámbulos. La miro de reojo y callo por evitar llorar, no entiendo mi reacción, me hace sentirme ridícula, yo: la de los grandes ovarios, la que ha entrado en la sala de espera comiéndose el mundo, estoy a punto de derrumbarme. Sonrío como puedo.

-¡hola Marian!

-hola.

La médica me conoce, sabe mi historia como todo el mundo en este pueblo, todos nos conocemos, todos sabemos todo de todos, seguramente ya sabrá que estoy con Miguel. El problema lo tengo yo, qué no se qué hago en la consulta, que quiero estar, pero no se ha qué ha ido, me siento como una intrusa y no sé qué decir. Como siempre he empezado la casa por el tejado.

-estás estupenda Rosario. Si fueras un poco menos golosa, te daría un diez.

-me conformo con un ocho y un poco de chocolate.

-te veo en seis meses, cualquier cosa me llamas. Una oncita menos.

-cuando podía no tenia, ahora que puedo me lo vais a quitar, ¡vaya mierda de vida! vámonos, Marian, ¿has comprado turrón?

Rio por respuesta. Evidentemente no, pero lo compraré. Tiene los mismos ojos que su hijo.

Salgo de la consulta empujando la silla y aguantando de nuevo las ganas de llorar.

-¿nos tomamos un cafecito antes de ir a casa?

-no puede tomar café.- dice la cuidadora.

-es navidad y mi nuera por fin se ha decidido a venir a verme, me voy a tomar un café con ella. Ve a darte una vuelta si quieres.

Guio la silla llorando como una madalena, sin entender mi reacción. Con Luisa mirando sin saber que decir.

Como estoy con una llantina incontrolable, no quiero ir al pueblo, no quiero que me vean así, ¡me siento tan ridícula! Luisa va a mi lado haciéndome gestos, le contesto con una subida y bajada de hombros. No sé ni yo lo que me pasa ¿qué quiere que le diga? Me hace un gesto indicándome que estoy como una regadera, cosa que ya sé.

A lo mejor, pienso, una tableta de chocolate me viene bien, a mí también me gusta, así que haciendo gala de mi imprudencia ante la salud de mi suegra, me dirijo a la tienda, dejo la silla con  Rosario en la puerta, entro, cojo dos tabletas de chocolate del más caro que veo, pago y salgo, sin mediar palabra con nadie, dejo a todo el mundo con la palabra en la boca ¡para dar explicaciones estoy yo!

Nos sentamos en la plaza.

-¿no íbamos a tomar un café?

-necesito dulzura.

-ya somos dos.

Empezamos a reírnos las dos, Luisa nos sigue. Reparto entre las tres una tableta de chocolate.

-este está mejor que las que me trae el rancio de mi hijo.

-ya le voy a decir yo cuatro cosas bien dichas.

-¿qué más dará que tenga el azúcar por las nubes? Tengo noventa y cuatro años, de algo tendré que morir, que sea a base de chocolate.

-¿piensas morirte? No fastidies, ahora no, dame el chocolate.

-cuando me cuentes que es lo que te pasa.

-¡a mí! Nada. La próxima vez lo compro sin azúcar, ya sé donde lo venden.

-¿te gusta el chocolate? O lo haces para quedar bien conmigo.

-me encanta el chocolate.

-bien, ya tenemos tres cosas en común.

-¿tres?

-sí. Lo que más te duele, mi hijo y el chocolate.

Llorar, llorar y llorar, no puedo dejar de hacerlo encima en mitad de la plaza. Para mi sorpresa Luisa me sigue. Las dos llorando como dos madalenas………….



Hasta mañana. Agur



MARIAN

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