jueves, 6 de octubre de 2011

EL MASAJISTA


Salgo de darme un masaje ¡en la gloria! ¡Cómo está el masajista! Para hacerle un favor ¡qué manos tiene! Estoy como flotando, pero sin el cómo. Dice que estoy muy tensa ¡qué majo! Que tengo que tener terribles dolores de cabeza, pues no, no me suele doler mucho, tensa ya sé que estoy sin que él me lo diga, fíjate que casi me hace llorar cuando me lo ha dicho, pero lo he controlado bien, con no contestar está solucionado.

Miguel  me esperaba en la salita de espera, no sé muy bien porque se ha quedado ahí, pues él no quería masaje ¡ah! se me olvidaba comentar, es que estamos en…… no me sale la palabra, luego lo digo , a veces me pasa. A lo que iba, Miguel me esperaba tranquilamente sentado, le he echado una sonrisa, lo más seductora posible.

-¿vamos?

-ese ha conseguido lo que yo no soy capaz.

-balneario.

-¿qué?

-es que llevo rato queriendo decir esa palabra y no me sale. Cosas mías. ¿Qué decías?

-has sonreído.

-llevo todo el días sonriendo.

-pero no como ahora, lo has hecho con ganas, no por cortesía.

-te he sonreído a ti, no al masajista.

-ya, pero el causante de tu sonrisa ha sido él.

-no, él ha conseguido que me sienta relajada por un momento, a ti te dedico ese momento, el mal del alma no se cura con un masaje, un amigo puede ayudar.

-soy un puto celoso, conozco al masajista. Todos los años vengo un par de veces por aquí, todas las mujeres andan detrás de él.

-todas no, yo no le he mirado, no sé ni cómo es, solo me interesan sus manos.

-de mi ¿qué quieres?

-que seas mi amigo, mi confidente, mi amante.

-solo cumplo tu último deseo.

-tiempo. No es culpa tuya, soy así, me cuesta mucho, creo que si sigues insistiendo lo conseguiré, vas bien.

-me alegro, ¿lo de amante lo hago bien?

-estupendamente, no lo digo por cortesía, es así. Eres cariñoso, paciente, me encanta estar en tus brazos, sentir tus dedos en mi espalda, esos masajitos que me das. Tus ojos, Miguel, esos ojos color miel que me miran de mil formas distintas, cuando te he visto ya sabía que algo te pasaba, me hablas con tus ojos. Me encanta cuando entras en algún sitio sabiendo que estoy, me buscas, diriges tus ojazos por todo el local hasta que das conmigo, lo que llevo mal es la frialdad con la que me saludas. Te muestras tan distante conmigo que cada vez lo llevo peor. Entre tú y yo, cada vez lo haces peor, entérate, no lo haces tan fríamente como quieres aparentar, ríete si, si, esa mirada que me echas no va a carde con tus ademanes de frio estirado.

-cada día me cuesta más mantener las distancias en público, que lo sepas, listilla.

-me doy cuenta y me alegro, llevo muy mal esa frialdad aunque sea fingida. Eres muy cariñoso, atento, nunca lo hubiera pensado, no eres tan estirado como pareces. ¿Por qué me miras así?

-¡que tú me digas eso!

-¡qué pasa conmigo!

-tú sí que pareces estirada, fría y calculadora. Parece que miras a los demás por encima del hombro.

-¡te estás pasando!

-es la imagen que pretendes dar a los demás, algo que no puedo entender, porque en privado eres encantadora.

-¿eso es lo que la gente piensa de mi? ¿Qué soy arrogante?

-esa es la imagen que te empeñas en mostrar, esa es la pantalla que te pones para que nadie se te acerque. Todavía no se como yo he conseguido derribar esa supuesta arrogancia.

-porque me gusta tu sonrisa y tus ojos, además eres inteligente, además eres el alcalde, lo más de lo más del pueblo, yo solo me codeo con gente importante. Cambio, de verdad, no soy arrogante, ni estirada, ni fría, ni calculadora, ni nada de las cosas que me has dicho, no soy así.

-lo sé y mucha gente también ¿Qué importa eso ahora? ¿Te importa lo que la gente piense? Siempre he pensado que no.

- otra fachada, porque si me importa ¿la gente del pueblo tiene mala imagen de mi?

-yo no he dicho eso, ni mucho menos.

-no estoy segura.

-¿porqué te importa tanto eso?

-por que sí.

-esa no es una respuesta acorde con mi inteligencia, ni la tuya, por cierto. ¿Qué quieres ocultar para que te pongas esa pantalla `protectora? ¿Por qué ese empeño en evitar que la gente te conozca cómo eres? ¿Qué tiene de malo que tanto te empeñas en esconder? Perdón ya lo he vuelto a hacer, es que como me has dicho que quieres que sea tu amigo, me he dejado llevar por el momento, cambia esa carita, volvamos a mis putos celos y a esa sonrisa que hace que me enamora cada día más de ti. Imaginarme a ese play boy poniendo sus manos con sus diez dedos en ti, no me hace mucha gracia, ¿el once no te lo ha enseñado verdad?

-que se le ocurra ¡le meto una! Que se entera.



Hasta mañana. Agur.





MARIAN