miércoles, 22 de junio de 2011

¿DE QUE ESTOY HUYENDO?


-No entiendo tu enfado, ahora mismo te comportas como una cría.

-bueno, pues déjame tranquila.

-habla, di lo primero que venga a tu cabeza.

-te lo acabo de decir, dé ja mé tran qui lá. ¿No soy suficiente para ti? Pues que te den. Para el coche que me bajo.

-no me hagas esto, nena, no es justo. ¿Quieres bajarte? Bájate.

Se apeó del coche, dando un portazo. Que se aguante, le importa el coche más que yo. No estaba enfadada, se sentía humillada, se alejó del coche, acelerando el paso, huyendo de esa sensación, cuanto más se alejaba, peor se sentía. Por mucho que corriese, no había forma de dejar atrás, la sensación se acrecentaba, porque sabía que estaba siendo injusta con él, tenia grabada en su cabeza el gesto de él al bajarse del coche de esa manera, ¡qué coño estoy haciendo! ¿De dónde sale ahora este malestar? Esta absurda reacción. ¿De qué estoy huyendo ahora? De mi misma y eso es imposible. Puedo acabar rompiendo con todo el mundo, pero seguiré arrastrando mi basura, la angustia que vuelve una y otra vez, la impotencia, la rabia hacia mí misma, no puedo huir de eso. ¿Qué puedo hacer? Estoy haciendo daño a la persona que más quiero en este mundo, ¿y todo por qué? Porque hago equilibrios en una cuerda floja, a la mínima caigo encima de mi mierda, que es mía, no tiene nadie porqué cargar con ella.

¡Dios! Ayúdame, no puedo seguir así, voy a acabar estropeando lo que más quiero, lo único que necesito para vivir, es a él, dime ¿porqué me comporto así? Dime qué hago, como puedo salir de esto. Hablando, ya lo sé, pero no siempre puedo, no es fácil para mí. Siempre digo a todo el mundo que hablando se arreglan las cosas, pero yo no puedo, no soy capaz, no puedo sacar lo que llevo dentro y lo voy arrastrando como una carga, que cada vez pesa más, ya no puedo con ella, pero tampoco puedo descargarla.

Giró su cuerpo  y deshizo el camino. Manuel esperaba apoyado en el capó del coche. Si es que no me lo merezco,  es lo mejor que he tenido en mi vida, se va a cansar de esperar, de aguantarme, la verdad es que no se por qué sigue a mi lado. Ni él se merece lo que le hago, ni yo me lo merezco , es que al final a la primera que hago daño es a mí misma, pero no sé cómo salir de este círculo, en el que caigo una y otra vez.

-lo siento.

No hubo respuesta verbal, si un abrazo que la derrumbó. Cayeron todas las defensas, ahora sí que se sentía una piltrafa, un cero a la izquierda, una mierda pinchada en un palo. Deseando llorar, pero incapaz de hacerlo, estaba seca. Se lo que está pasando, se cómo voy a terminar, no lo quiero, quiero vivir, quiero estar a su lado, verle, escuchar su risa…..



-soy algo más que la persona que comparte tu cama.

-lo sé, mucho más.

-quiero ser tu amigo.

-lo eres. No es culpa tuya, soy yo la que no ha sabido que es un amigo, hasta que te he conocido. No he aprendido a comportarme porque nunca he tenido a nadie como tú a mi lado, culpa mía, seguramente…

-no cargues con esa culpa, no es tuya.

-eres lo mejor que ha pasado por mi vida, no quiero hacerte daño.

-el daño te lo haces a ti.

-lo sé, pero no sé cómo dejar de hacerlo.

-hablando, sabiendo que yo no te juzgo, que si tu estas mal, yo también. ¿Me escuchas? Te quiero para lo bueno y lo malo, quiero compartirlo todo contigo.

-lo sé.

-hablemos.

6 comentarios:

maric dijo...

Bonita, muy bonita narración.
Saludos.

Chaly Vera dijo...

Cuando no se es bueno para hablar se lo puede hacer por escrito (de esta forma hilvanas bien el tema y las palabras), nunca es tarde para hablar o para escribir.


Besos

Javier dijo...

Hay solución, se quieren.
Todo se arreglará.


Saludos.

teresa dijo...

Marian cuando se huye es que no se quiere estar alli.
Cuando no estamos agusto en ese sitio es porque algo pasa y no es bueno, lo mejor bajarse del coche y seguir otro camino.
Un buen relato amiga mia.
Besos.

Anónimo dijo...

Un sabio dijo que no es el lugar el que habríamos de cambiar sino nosotros mismos, porque adonde fuéramos llevaremos nuestras miserias, temores y desdichas.
Buen relato.
Felicitaciones.

José A. García dijo...

Toda discusión es como una pequeña muerte...

Que se suma a la anterior, y a la siguiente, y a la siguiente, y a la siguiente...

Saludos

J.