miércoles, 29 de agosto de 2012

¿BODA EN EL AYUNTAMIENTO? ¡QUÉ POCO IMAGINACIÓN!


Bueno, a cualquiera le pasa, pienso. De todas formas prefiero esto que la cursi carroza de cenicienta. Lo que más me reconforta es ver su cara. A pesar de no a ver dormido está guapo. Ahora al ayuntamiento. ¡Inocente!
Dejamos el pueblo de lado, nos encaminamos al Collado de Larramendi, un paraje que a él le encanta, zona de cazadores, donde muchos días en nuestras caminatas paramos a charlar con la gente del lugar, mono tema por cierto, caza, aves, leyes, cambios etc,etc.
Allí sí está el pueblo casi al completo esperándonos, riendo. Jose Mari, su mano derecha, esperando preparado. Los últimos metros los hago de puntillas para que mis tacones no sufran demasiado, agarrada al brazo de su hermano, observada por todo el mundo. Con una sonrisa que sale de dentro, buscando la complicidad de su mirada. Ha devuelto a su camisa la compostura, la seriedad del momento.
-me gustas más con pinta de granjero.
Le digo provocando, se lo toma al pie de la letra, desabrocha los botones de nuevo y vuelve a remangarse. La verdad es que hace calor mucho calor. Mi cuerpo arde por dentro mientras  me comprometo legalmente a él, moralmente ya lo estoy.
Jose María se había preparado un pequeño discurso, que no le dejaron terminar, me quedo con una frase “no busques un buen compañero, sé tú el buen compañero” me la guardo y  la aplico.
La austera ceremonia da paso a un lunch, después de besar a todo el que se acerca, dejarme achuchar por todo el que e atreve, esa es la sensación que tengo, Miguel charla con uno y con otro, distendidamente ¡no ha habido beso! ¿Cómo es posible?  ¿Qué clase de boda es esta? por un momento me siento sola, observo a Miguel completamente integrado entre los invitados y yo sola con un vermut y un pincho. . Cruzo la mirada con mi hermana, la pequeña. Están todos, me acerco a ellos sonriente aunque esta sonrisa no sale de dentro, me siento fuera de lugar, sin saber muy bien el motivo, creo que mi marido se ha olvidado de mi, está celebrando la boda sin mí, cosas mías. Charlo con mi familia, sin quitar ojo a mi marido que se siente como pez en el agua, que desde luego no parece darse cuenta de la situación ¿qué situación? ¡Chorradas! Está ejerciendo de anfitrión, yo debería hacer lo mismo, solo que a mi esas cosas no se me dan demasiado bien, ¿eso desde cuándo? Me busca con su mirada me encuentra me sonríe y sigue con su cháchara, ¿no debería estar yo a su lado?  A lo mejor sí.
Me acerco a él, que ante mi presencia parece que se engrandece, me pasa el brazo por el hombro  mientras besa mi mejilla.
-¿no falta algo, alcalde?
- la gente parece estar a gusto, qué más da lo que falte. ¿Están los vasos del revés o sucios?
- no lo digo por eso, no nos hemos besado, ¿qué clase de boda es esta?
Sonríe abrazándome con tanta fuerza que no me deja ni respirar, mientras su lengua explora mi boca, si es que cuando se pone se pone, con mucho autocontrol, lo paro. Me siento tan observada que me incomoda, solo pretendía hacer bien las cosas.
-diviértete, consuerte, no mires como lo hacen los demás hazlo.
No poseo su capacidad de saber estar en cada momento como corresponde, eso sí, su risa me contagia, sus miradas invitan a la alegría porque a pesar de estar rodeados de mucha gente lo siento pendiente de mi en todo momento.
La mañana pasa, ahora a las Ventas pienso, menos mal que no vamos en coche, ¿nos encontraremos control de alcalemia por el camino, sonrío ante mi pensamiento, que se lo hagan a las mulas.
-hora de comer, consuerte ¿tienes hambre?
-pues, no, con los pinchos que me he comido voy servida, podemos irnos tu y yo por ahí solos si te apetece, que vayan ellos y coman.
Como estamos en fiestas la charanga se ha unido a la fiesta, ¿o la ha contratado Miguel? A saber. El caso es que no escucho su respuesta. Tira de mí y me conduce de nuevo al carro.
La charanga encabeza el desfile de carros, tractores, todo terrenos, algún coche que otro ¡qué sosos! Miro para atrás no puedo evitar reírme a carcajadas ¡vaya boda! Yo que pensaba que sería toda seria. ¡qué equivocada estaba!

Continuará….
Hasta mañana. Agur

MARIAN