Me he quedado sin lágrimas, las he consumido todas, pero mi
pena sigue latente. Llevo dos días sin ir a trabajar, desanimada, buscando
buenos recuerdos en mi cerebro, que sé que existen, solo tengo que encontrarlos
y revivirlos, eso es lo que Miguel dice, lo intento pero no soy capaz, revivo
una y otra vez la voz del policía al teléfono dándome la noticia. Revivo una y
otra vez la necesidad de creer que todo era producto de una pesadilla, en el
camino al hospital espero despertarme, ir a la habitación y encontrármela
durmiendo plácidamente. La cara de mi marido no deja lugar a dudas. Revivo una
y otra vez los sentimientos de aquel fatídico momento. A partir de ahí es todo
oscuridad, no recuerdo las horas y días posteriores. No sé quien se encargó de
todo, ni quien pagó ni como. Sé que Oscar no fue, porque él siempre se escondía
detrás de mí. Con esos pensamientos me quedo dormida.
Una película pasa ante mis ojos, me veo a mi misma mirando
desconsolada el rostro de mi hija sin vida, acariciando su mejilla. El llanto
desaparece, comienza una actividad frenética, llamadas de teléfono, conversaciones con hombres de
negro. Estoy en casa buscando su ropa preferida el collar que tanto le gustaba,
la cinta de pelo azul que le sentaba muy bien, sus ojos eran azules. No dejo
que nadie se acerque a ella, su cuerpo a penas está magullado, la lavo peino y
visto, casi puedo escuchar sus quejas al peinarla, como cuando era pequeña.
Miro el resultado y sonrío. Ella se autodenominaba friki, siempre iba vestida
de negro, me doy cuenta de que he hecho una mezcla de sus gustos y los míos,
estrambótica, siento que ríe conmigo, le gusta. No era una niña convencional.
Antes de que se la lleven, lloro desconsoladamente de nuevo,
dejo que los hombres de negro terminen su trabajo.
Es un bebé, llora y llora en mis brazos, la cambio de
postura mil veces hasta que consigo que se duerma, la voy a dejar en la cuna y
vuelve a llorar, la acuno de nuevo en mis brazos hasta que queda profundamente dormida.
De bebé lloraba mucho, de mayor no sabía llorar, lo lloró
todo de bebé.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
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