-¿damos una vuelta? Un paseíto hasta el pueblo, tomamos algo en la terraza y volvemos.
-mañana hay que madrugar, ¿estás bien?
-estupendamente, estoy tan bien que me ….. –cayó
-qué, dilo.
-una tontería, déjalo.
-dilo, nena, se valiente.
-¡qué cruz me ha caído contigo! ¿Porqué eres tan cotilla? ¿Todo lo tienes que saber?
-sí, suéltalo.
-me voy a chulear delante de mi hermana.
-¿a sí? ¿De qué?
-de ti.- dijo haciendo el gesto más chulesco que le salió.- de lo afortunada que soy, del giro que ha dado mi vida, deja de mirarme así, no te rías. ¿te acuerdas cómo nos salió delante de mi ex cuñada? Pues algo así.
-yo hago lo que tú quieras, pero las cosas no se hacen así, para empezar con aquella, las cosas salieron así, sin planear nada, apareció en el momento adecuado, para ti claro, no para ella, no compares a tu hermana con tu cuñada.
-ex cuñada, no me une nada a ella.
-por eso mismo.
-no analices todo lo que te digo, da lo mismo, me apetece darme una vuelta y punto.
-¿te puedo decir solo una cosita?
-que no, pesado. Vamos sin pensar en el porqué.
-yo no puedo evitar pensar, tu debías hacerlo también.
-tío, te estás convirtiendo en mi pepito grillo,¡ pero qué cruz!
-¿cómo quieres que vayamos, de la mano, como siempre? o te voy tocando el trasero.
-no hagas que me arrepienta de habértelo dicho, normalidad, algún achuchoncito, algún besito, pero sin pasarse, que nos conocemos y tú te embalas, y poco más, que nos vea que estamos bien, no es tan difícil.
-si luego tu hermana dice que soy soso, no me digas nada. Lo que tú quieres es que haga lo de siempre, tranquila, voy a ser el marido más cariñoso, complaciente, detallista ,que haya en la plaza, vamos lo que siempre hago, me parece un poco aburrido, si no quieres que me exceda en mis atenciones, tienes que dejarme decirte una cosa, solo una.
-suéltalo, anda, que vas a reventar.
-¿a quién quieres demostrar que estamos bien? A tu hermana o a ti misma. Piénsalo.
-¡qué pesado eres! De verdad. No podemos dar una vuelta y punto, sin sacarle cinco o las que sean, que nunca me acuerdo, patas al gato, o es al banco, hay, no sé, da lo mismo.
-sí, sí ,vete por los cerros de Úbeda, que no nos conocemos ya ¡bruja!
Llegaron a la plaza, Mari y Josetxo estaban sentados hablando. Cuan vio a su hermana se le pasó la tontería, estaba a punto de llorar, eso no era lo que ella esperaba encontrarse. Cambió su conducta al instante, casi se sintió mal, por estar bien. Ella ya había pasado por ese trance, es muy duro deshacer una relación de tantos años, llevan toda la vida juntos, aunque él sea un idiota, no es fácil. Se saludaron, pero se sintió muy incómoda, no sabía que decir o hacerle.
-¿qué tomáis?- preguntó Manuel
-yo lo de siempre, ella un poleo.
-te ayudo – se ofreció Marian.
-cobarde – dijo Manuel ya en el bar.
-¡no empieces! Pepito grillo.
-se te ha desmontado la chulería, ponte en su lugar, ¿tú sabes algo de esto no?
-yo estaba hecha un lio, no es lo mismo.
-compórtate como una hermana ¿porqué tienes tanto miedo a mostrar tus sentimientos hacia ella?
-¡qué dices!
-si estás preocupada, muestra preocupación, no quieras hacer un chiste.
-eso es exactamente lo que haría mi padre, intentar hacernos reír.
-pues no es el momento, no mires para otro lado, demuéstrale lo que sientes, lo que eres Marian, muéstrate como eres, no tengas tanto miedo a hacerlo. No huyas de la situación, conmigo lo haces muy bien, hazlo con ella.
Qué difícil, entre las hermanas nunca se habían mostrado los sentimientos abiertamente, con nadie de la familia, en realidad, y si me da por llorar, mira que últimamente estoy muy llorona.
-baja de la luna, vamos.
En fin, haber como soluciono esto.
-¿cómo van las cosas Mari?
-ahí andamos.
-¿cómo lo llevan los chavales?
-uno lo entiende, pero el otro no.
-es normal, es difícil para todos.
¿Seré capaz de hacer que la conversación no parezca un interrogatorio?
-¿habéis cenado aquí?
-si, Josetxo me ha invitado.
-¿quedamos mañana? Así podremos hablar tranquilas, sin estos cotillas delante.
Manuel sonreirá mirándola. No me estoy escaqueando, pensó, mientras le devolvía la sonrisa, es una conversación privada, entre ella y yo.
-¿venias mañana a cenar no?¿ Te apuntas Josetxo?
-sí, no le había dicho nada a Marian, se me había olvidado, pero iremos. ¿josetxo?
¡qué capullo es!
-Yo me apunto
-¿me acompañas a hacer la compra mañana?
-al pueblo de al lado, mejor que aquí, ¿voy a buscarte a las once?
-de acuerdo.
-hacernos reír un rato con vuestras burradas, que estamos estresadas. Hagamos terapia de risa. Falta Fermín, para completar el trío.
-si hace falta se le llama, seguro que le hacemos un favor a Luisa.
-déjalos tranquilos, solo a sido un comentario.
Marian es de risa fácil, le encanta reír, alocadamente, su cuerpo se contorsiona ante cada carcajada, aplaude ante cada gracia, incita a más chistes, mira a Manuel que no lo quita ojo de encima,¡ pero cómo me gusta! Y esa risa contagiosa que tiene. Le duele el estómago de tanto reír, pero no puede ni quiere parar, se da cuenta que aparte de pasarse media vida en la luna, la risa también ha sido su amiga, los ataques de risa que de vez en cuando le dan, la diferencia es que ahora no se siente ridícula por reír abiertamente, todo lo contrario, Manuel provoca su risa, la incita a reír, ríe con ella, las carcajadas fluyen de su interior, como fluye el llanto, la pena, la angustia, todo sale ante una nueva carcajada, provocado por él, y él lo sabe claro, como no.
Mari, nunca ha sabido reír, fuerza la risa, no sabe hacerlo, piensa Marian, tendrá que aprender, quizá ese sea el motivo de que intentase ridiculizarla cada vez que reía abiertamente, no sabe hacerlo, no lo entiende, tendré que enseñarle. Lo haré