miércoles, 16 de enero de 2013

¿EL AMOR ES SUFICIENTE PARA EDUCAR A UN HIJO?







Me siento tan triste en ese momento que evito mirarle para no ver su cara de enfado.
-¿qué pasa Marian?
Me agarro a su cuello y lloro, lloro y lloro.
Lloro durante horas…….
No puedo par de llorar.
Miguel me mira descolocado, abrumado, preocupado, impotente, sin saber que hacerme, que decirme. No tiene ni idea de lo que me pasa, no lo sé ni yo, quizá sí.
A lo mejor todas esas palabras, todos esos buenos sentimientos de una madre hacia su hijo, hija, me los tenía que haber aplicado y ser más dura con ella, no debía de haberle dejado coger el coche ese día. Solo con amor no se educa a un hijo, hacen falta más cosas.
Quise decirle que con amor se educa a un hijo, que el amor te enseña el camino, pero no, hacen falta más cosas.
Me acuesto llorando y me levanto llorando. Camino al hotel, dejo el llanto para otro momento, pero mi pena se refleja en mi rostro. Me encierro en la oficina, hoy servicios mínimos me digo. Andrés me trae un café a media mañana, me sonríe.
-todo pasa Marian.
Pero no, esta tristeza la llevo muy dentro. Trece años han pasado, pero sigue latente aunque no hable de ella, ni de mi tristeza ni de la falta de mi hija.es una profunda herida cubierta con finas gasas, a veces he de cambiarlas, porque la herida supura amargura, a veces simplemente la acaricio como un doloroso recuerdo, pero siempre está ahí.
Miguel llama descuelgo y lloro, lloro, lloro. No puedo evitarlo.
Cierro la puerta por dentro, esperando que se me pase la llantina sin que nadie se entere, ¡como si no se notase! Cuando consigo calmarme, Miguel entra, tiene llaves.
Sonríe acariciando mi mejilla.
-¿qué pasa cariño?
Lloro, lloro, lloro, no puedo evitarlo. Saco de la cartera la foto que llevo de ella. Hace un gesto de comprensión y me abraza.
-vamos a casa. Esto tenía que llegar.
-no quiero ir a casa, no me preguntes los motivos, pero no quiero ir.
-¿para ser capaz de controlar lo que sientes en este momento y volver a encerrarlo? Nos vamos a casa. ¿Qué tiene que ver Nekane en todo esto?
-nada, está embarazada.
-¡válgame Dios! Lo único que faltaba.
-¿a tique te importa?
-a mi nada y ¿a ti?

Hasta mañana. Agur.

MARIAN

4 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

El dolor tiene que llorarse, no para olvidar sino para recordar con cariño.

Un abrazo

Dorisalon dijo...

El amor de una madre no tiene límites y no se si es suficiente pero es inevitable. Un relato triste y dulce a la vez. Un abrazo

Emilio Manuel dijo...

El accidente siempre esta a la vuelta de la esquina, no se pueden tener a los hijos atados a los pies de la cama, hay que darle aire, dejarlos que respiren, no solo el amor basta, la paciencia, el respeto y de vez en cuando saber hacer "la vista gorda" son otros aspectos fundamentales de la educación.
Si ese accidente ha sido fatal, guardar la memoria y a recuperarse del palo, la vida sigue.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

marian...si te digo que se como te sientes me creerias? aveces quien ha vestido los mismos zapatos, en diferente dimension, puede llegar a tener esa empatia, y ese suspiro de decir... se como te sientes... pero sabes que? el amor jamas, jamas, muere, nos acompana de por vida y por ello merece la pena levantarse otra vez,amala aunque no este a tu lado, porque solo dios y la vida saben, como y cuando volveran a darse un abrazo...