¡Por fin en casa! ¡Qué a gusto! ¡Me ha dado una bienvenida
la gata! ¡Qué mimos! ¡Qué movimiento de cola! No se ha despegado de mi lado en
todo el día. Miguel se ha pasado el día trabajando, aunque me ha llamado cien
veces.
Nekane ha pasado la tarde conmigo, cuando estamos solas se
podría decir que es cariñosa conmigo, no tiene esa mirada rabiosa, no sabe
mostrar cariño, a lo mejor es que nunca lo ha recibido, es eso seguro. Yo siempre
he sentido que me faltaba cariño, sin embargo siempre he sido muy cariñosa, eso
debe ser porque sí lo recibí, además de otras cosas. Ante una sonrisa yo
respondo con otra, cualquier muestra de cariño hacia mí, correspondo de igual
manera. Ella no sabe hacer eso. Espero que el instinto maternal que todas
tenemos le enseñe a demostrar cariño. Hay veces que pienso que si la abrazase a
lo mejor conseguiría algo, pero la verdad es que no me sale.
Ahora me doy cuenta de que yo doy cariño solo cuando de
antemano me lo dan, nunca suelo dar el primer paso, quizá a llegado el momento
de intentar dar para luego recoger.
Lo que habrá tenido que vivir esta chica para comportarse
como lo hace, de algo si que me he dado cuenta, es muy posesiva, ese es su
punto flaco.
Mis hermanas no han venido a verme al hospital, tampoco
hacía falta, además solo he estado dos días y diez y ocho horas, las he
contado. Ahora dicen que vendrán el domingo, falta no hace, pero serán bien
recibidas, cuando murió mi padre el cura que vino nos dijo que no debíamos perder la relación, en mi caso creo que ha
llegado el momento de retomarla, aunque a veces me agobian un montón.
La gatuna llama mi atención constantemente, sé que me ha
echado de menos, tenemos una conexión muy especial, es como con Miguel, nos
comunicamos perfectamente solo con mirarnos.
Mañana iré a trabajar ¡ya vale de tanta gandulería! ¡A
trabajar para que otros cobren!
Miguel, que ha venido antes y con la cena hecha, todo un
detalle, no está de acuerdo con que salga mañana. Pero yo ya estoy
perfectamente, tanto estar encerrada me produce claustrofobia, mañana a
trabajar, no hay más que hablar. Si, si, ya sé que soy una cabezona, pero es mi
problema “y el mío”, me hubiera contestado él. Pues sí, pero que se aguante.
Sí que estoy un poco cansada ya, así que me voy a la cama.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
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