-¿Por qué? ¿No se da cuenta de lo que nos hace?
-es su forma de pedir ayuda. No le juzgues.
Estamos en la sala de espera del hospital mientras atienden
a Luisma, Miguel ha logrado convencerle para que acepte ayuda.
-¿qué pasa con sus hijos? ¿No ha pensado en ellos?
Miguel sentado a mi lado me mira de reojo con la cabeza
gacha. Quisiera consolarle, sé que lo está pasando mal, se siente impotente
ante estas situaciones.
-es un egoísta, mal nacido.
-intenta comprenderle, está al límite de sus fuerzas. Si
hubiera querido suicidarse lo hubiera
hecho. Solo intenta pedir ayuda.
-yo también estoy al límite de mis fuerzas.
-lo sé.
-lo hemos perdido todo.
-es duro, pero sois jóvenes.
-además de perderlo todo tenemos una deuda de sesenta mil
euros.
-eso no puede ser
-es. Nos quedamos en la calle, sin trabajo, sin un techo.
¿Qué vamos a hacer?
En ese momento el caserón entra en mi cabeza, ¿será por eso
que Miguel está lavándole la cara? a lo mejor sí, tenía que habérmelo dicho. Lo
hará sin duda.
-entre todos buscaremos una solución. ¿Quieres venir a
trabajar a las ventas?
Digo sabiendo que no es solución, que el hotel en este
momento no da dinero, que los pocos que quedamos lo hacemos porque si no ¿A
dónde vamos? Miguel niega con la cabeza,
en mi afán por querer ayudar me he precipitado. Vale, pienso, pero techo si les
podemos ofrecer.
El médico nos da permiso para verle un momento.
-dile que le quieres, que te da lo mismo, que no es más que
dinero, que entre todos buscaremos algo. Que conseguiremos cambiar las leyes. Quédate
con él y dame las llaves de casa, no vamos a permitir que entren.
Tengo que hablar con Rosa, ella sabrá que hacer.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
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