Llegamos a destino, al bar. Abre la puerta del todo terreno
para salir.
-espera que se me pase un poco.
Digo aguantando el llanto.
-no quiero que e vean así.
Tira de mi para abrazarme, la palanca de cambios se me
incrusta en la cadera, pero me da lo mismo, eso es lo único que necesito, que
se me incruste la palanca no el abrazo digo.
-¡tonta!
-tú más.
-vale.
-¡me da una rabia!
-vale, pero yo no tengo la culpa.
-no, además me alegro de que te preocupes por mí.
-vale.
-te vas a cansar de mis tonterías.
-vale
-¡Cómo que vale!
-yo, cariño, lo único que hago es
darte la razón.
-¡no me la des si no la tengo! ¡Hombre!
-¿ya estas más tranquila?
¿Podemos hablar como dos adultos?
-¿me estas llamando infantil?
-¿quieres un café?
-sí, pero primero quiero hablar.
-empieza.
-si supiera por dónde empezar, hace rato que lo hubiera hecho.
-¿Qué pasaba por tu cabeza cuando
te has puesto así?
-iba bien, muy bien, de repente
me he dado cuenta de que me había perdido.
.-en qué pensabas.
-pensaba en ti.
-¡vaya por Dios! De todas formas
me cae.
-no, estaba agradeciendo a la
providencia mi buen suerte al conocerte. A que seas más humano que…..
-¿a que sea más humano?
Tengo la sensación de que si sigo
voy a meter la pata, aun y todo sigo.
-que Manuel.
Silencio por respuesta.
-no quiero que te enfades
conmigo, solo quiero que lo entiendas.
-¿Qué tengo que entender? ¿Qué
todavía sigue en tu cabeza?
-no, no sigue en mi cabeza por lo
menos de la forma en que piensas, de verdad.
Se separa de mí, pero yo sigo con
la palanca de cambios incrustada en mi cadera, pensando cómo arreglar el
desaguisado. ¿No quería hablar? Pues es lo que hay.
-vamos a tomar un café.
-escúchame antes.
Me mira desafiándome con su fría
mirada.
-te quiero, me gusta como eres,
como me tratas. Nuestra historia es más real que la que viví con él, a eso me
refería cuando te he dicho que eres más humano, con él siempre tuve la
sensación de que algo no cuadraba, me envolvió en una burbuja que controlaba y manejaba a su antojo. Sin
embargo de ti me fio, sé que no me
escondes nada, ni tus fallos, ni tu malos humores, ni tus celos, ni tu
orgullo….
-tampoco hay que pasarse.
Vuelve a desafiarme con su
mirada.
-porque eres imperfecto te
quiero, porque aceptas mis imperfecciones te quiero, porque me obligas a
enfrentarme a la vida te quiero, aunque a veces me revele por miedo, te lo
agradezco. Lo que no me gusta de ti, es que cada vez que te enfadas te vas,
pero tranquilo que te seguiré donde quiera que vayas, aunque eso tu ya lo
sabes, diría que te hace gracia.
Sonríe.
-te sigo porque te quiero, porque
me importas, porque sé que eso es lo que quieres y quiero. ¿Te he convencido ya
de que te quiero?
-ya sé que me quieres.
Me dice todo chulo, sonriéndome
con sus ojos.
-necesitas que te diga a menudo
que te quiero, ¿a que si? No eres tan fuerte ni tan seguro como aparentas. Pues
te quiero muchísimo, lo eres todo para mi, he tenido mucha suerte
encontrándote, acabo de encontrar otra imperfección tuya y me encanta, otro
motivo para quererte.
-vamos a tomar un café.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
2 comentarios:
Y quien diga lo contrario a tu título, miente como un bellaco.
Saludos
te quiero no es tan difícil decirlo todos los dias, lo que pasa es que lo que se repite a diario, pierde credibilidad
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