Dejo de ser su lastre para convertirme en su compañera. Si
vamos adormir aquí seis noches, tengo que cambiar un poco esta habitación, le
digo.
-¿cambiar?
-¡limpiar! Después de comprar ¿vienes?
-iré, me he quedado solo con las mujeres.
Camino del supermercado escucho.
-qué raro, Miguel, que no te hayas quedado limpiando la
habitación. Con lo maniático que eres para esas cosas.
¡Maniático! ¡Miguel limpiando! ¡Pero si no ve el polvo!
-ya me gustaría a mí que Juan limpiara como él.
“tienes una suerte…..” me dice Miguel al oído y “tú tienes
un morro” le contesto.
-luego hemos quedado en limpiar, la casa está sucísima,
entre los dos le daremos un buen meneo a la habitación.
-lo raro es que se haya metido a la cama sin limpiar
primero.
-estaba muy cansado, he dormido mal esta noche.
Contesta haciéndome un guiño. ¡Pero qué morro tiene! Como
hay un dios que hoy limpia. Me parece que voy a aprender mucho estos días. En
casa no coge ni un trapo, ni se moja las manos para fregar un vaso.
De vuelta del supermercado, cojo los utensilios para
limpiar.
-¡qué! ¡Limpiamos!
Sonríe.
-no lo hago en casa porque tu lo haces muy bien. Además
cuando llego a casa está todo hecho. Tú eres más maniática que yo. Ya limpio yo
los cristales.
Coge los aparejos destinados a ese menester y se sienta
sobre la cama.
-Si es cierto que soy muy maniático, me gusta la limpieza.
El primer día que entraste en mi casa te pusiste a limpiar como si llevaras
toda la vida haciéndolo. ¿La casa estaba sucia?
-no, la tenias impecable, eso es cierto, lo único que hice
fue cambiar las cosas de sitio, no eres nada practico. La librería es lo único
que tienes sucio y desordenado.
-tenemos que hacer limpieza allí, hay un montón de cosas que
tendrían que acabar en la basura.
-lo haremos. He estado tentada de hacerlo un montón de
veces. ¿Cómo van esos cristales?
-ya voy, ya voy, estamos hablando.
-sí pero yo hablo mientras limpio, tu puedes hacer lo mismo.
-¿porqué te has traído ese ordenador?
-porque aquí no hay y ya que tu vas a desaparecer durante un
montón de horas algo tendré que hacer yo ¿no te parece?
-mil cosas puedes hacer, relacionarte, salir a pasear ¿sigo?
-no es necesario.
-¿de dónde has sacado el ordenador?
Salgo y lo traigo.
-mira.
Digo enseñándole carpetas de fotos que aún no he borrado.
-¡tíralo!
-¿porqué lo voy a tirar? Todavía funciona.
-hazme caso y deshazte de él. Si quieres un ordenador
portátil ya compraremos uno.
Lo dejo aparcado en una silla con la mosca detrás de la
oreja, algo no me cuadra, no digo nada.
-¿Cómo van esos cristales?
-ya voy, ya voy. Creía que ya no tenías nada que hubiera
pertenecido a Manuel. ¡Tíralo!
-¿porqué?
-porque te lo digo yo.
Palabras mágicas para que haga todo lo contrario.
Hasta mañana. Agur.
MARIAN
2 comentarios:
Te entiendo, mala idea, pero te entiendo.
Un beso "cazadora"
Tirarlo todo, menos carga, más espacio.
Saludos
J.
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