jueves, 12 de julio de 2012

HIELA MI SANGRE EL ODIO DE SU MIRADA


Pasa la noche sin poder pegar ojo, sintiéndolo a mi lado pero lejos de mi. Solo me reconforta escuchar su respiración. Me acurruco a su lado, pero evitando tocarle, no quiero molestar, está enfadado con razón, tengo que esperar a que pase para poder hablar con él, explicarle.
Antes de que suene el despertador, se ha levantado ignorándome por completo, se ha marchado.
Retomo mi vida laboral, dejando aparcados mis problemas personales y con una inmensa tristeza.  ¿Qué sorpresa me espera hoy? Llego sin fuerzas, hastiada, sin ilusión.
Nekane sale a mi encuentro.
-¿Dónde anduviste ayer? Miguel estaba hecho polvo.
No me gusta su forma de hablar.
-estaba preocupado. ¿Andrés?
-ni lo sé ni me importa.
-pues a mí sí, así que me vas a explicar ahora mismo que ha pasado.
-es un prepotente, piensa que lo sabe todo.
-lo sabe todo.
-no pienso tolerar que te pongas de su parte. No es más que un empleado ¿qué soy yo para ti? Tu siempre estás discutiendo con él.
-si, pero de igual a igual, con respeto. Si discuto con él, es porque ´me apoyo en él, porque te guste o no lo sabe todo del hotel, no discutimos, debatimos, planteamos cosas, hasta que llegamos a un acuerdo. Tú no eres nadie para despedir, nadie te ha dado ese cargo, eso solo lo puedo hacer yo. Vas a llamarle ahora mismo, pedirle disculpas y pedirle humildemente que venga a colaborar con nosotras.
-no te lo crees ni tú.
Evitando perder el control de mis palabras, me doy la vuelta y llamo a Andrés, no me coge, salgo a buscarle, si hace falta voy  a su casa.
Venzo la tentación de llamar a Miguel, he de ser paciente y esperar que se la pase el enfado sin agobiarle.
Encuentro a Andrés camino de su casa, dando una vuelta. Taciturno, me hace un gesto con la cabeza a modo de saludo.
Hablo durante horas con él, debatimos, discutimos, nos enfadamos reconciliamos  y volvemos los dos al hotel.
Convocamos una reunión con todo el mundo. Nuevas medias, nueva organización.
La mirada de odio de Nekane, me taladra el cerebro, creo que voy a conocer la personalidad oculta de Manuel en su hija, la que sabía que existía pero nunca conocí.
La relego a la lavandería, apartada de todo el mundo, sabiendo que me va a ocasionar muchos problemas.

Vuelvo a casa cansada, inquieta, mi vida es un desastre. Espero impaciente a que mi hombre vuelve, no lo hace. Si él no viene, iré yo. Vuelvo a meterme en su cama, calladamente, a su lado pero lejano de mi. Ya pasará me digo, solo necesita tiempo y darme la oportunidad de hablar.

Hasta mañana. Agur.
Marian