Vengo de hablar con Joxetxo, de explicarle la situación, con
los nervios a flor de piel y no por la caótica situación, si no por su
reacción, más bien por su no reacción. No entiendo como alguien en su situación
me mira se encoge de hombros y dice es lo que hay. Ese conformismo me pudre,
ese asumir una derrota sin protestar, no va conmigo.
Necesito hablar con alguien, no puedo ir así a trabajar, así
que me acerco al ayuntamiento a ver a….. Todavía no sé cómo llamarle, como no
se me ocurre de momento nada mejor seguiré llamándole alcalde, entre nosotros.
Está ocupado, vaya por Dios. Bajo a tomar un café y me encuentro con Luisa, es
mi amiga, le hago muchas confidencias, pero no me apetece hablar del tema con
ella. Joxetxo es primo de su marido, por cierto. Paso el tiempo hablando de
chorradas, nos encanta hacer eso. Al rato aparece Miguel, mi alcalde.
-¿has hablado con Joxetxo?
Me pregunta sin saludar ni nada, me sienta fatal, no quería
sacar el tema delante de Luisa.
-no.
Le digo mirándole, esperando su discreción.
-¿a qué esperas?
-luego.
-¿no habías quedado con él?
Me está poniendo negra, así que decido irme a trabajar.
-me voy a trabajar.
-te llevo.
Ya en el coche y sin mirarle sé que me mira de reojo, con
esa cara muy suya de” ¿qué le pasará ahora?”. Estoy de un humor horroroso, sé
que él no tiene la culpa, pero sé que haga lo que haga me va a sentar mal, no
quiero discutir con él, más bien no debería pagar con él mi mal momento.
-suéltalo, venga descarga.
Encima provoca, pero no, no pienso pagarlo con él, si es que
soy capaz de controlarlo. Enciendo un cigarro y le sonrío. Se ríe, con esa risa
contagiosa que él tiene, que normalmente me hace gracia, pero que en este
momento no.
-qué día más malo ha salido hoy, una pena, con la semana tan
bonita que hemos tenido.
-¿has hablado con Joxetxo?
-si.
-¿y?
-se ha encogido de hombros, me dan ganas de darle un meneo
para que reaccione, su no reacción no es normal.
-no es asunto tuyo.
-sí lo es. La casa es mía, me siento responsable.
-de lo único que eres responsable es de solucionar tu vida,
no la suya, ¿vas a permitir que te quitan la casa sin luchar?
-no me van a quitar esa casa, no sé como lo voy a
solucionar, pero esa casa es mía.
-¿qué me dices del hotel? ¿Vas a permitir que te lo quiten?
¿Vas a permitir que toda tu gente, como tú los llamas, se queden sin trabajo?
-no. Se habla mucho
de los bancos, pero nadie habla de la administración, de hacienda, de la
seguridad social, son peores. No atienden a razones. Solo quieren dinero sin
pensar en el mal que ocasionan para conseguirlo. Nunca me he negado a pagar,
pero con las condiciones que me ponen es imposible. Estamos todos cobrando
cuatro duros, aguantando como sea hasta que pase la tormenta, las cuentas están
claras para todos, no hay ni trampa ni cartón. La gente que debía de estar
exigiendo por que trabajan más que antes, cobran menos y no les llega, hay dos personas con
problemas serios por falta de ingresos, siguen dándolo todo sin protestar,
haciendo su trabajo lo mejor que pueden. Miguel, tenemos que hacer algo, ahora
me siento en un callejón sin salida, no sé para donde tirar.
-ahí es donde tienes que emplear tu energía, no en Joxetxo,
que se las apañe. Hasta ahora ha vivido cómodamente en tu casa, se le ha
acabado el chollo.
-¿no te gusta que ocupe esa casa?
-no. Siempre me ha
parecido un getas, cierra de una vez esa puerta, que sea el hermano del difunto
Manuel no significa que tenga que vivir por la cara en tu casa.
-¿estás celoso?
-un poco. Termina de cerrar esa puerta. Podías alquilar la
casa.
-gracias.
-¿porqué me das las gracias? Te estoy presionando.
-por ser tu, por hablar conmigo, por la infinita paciencia
que tienes conmigo, fíjate que pensaba que íbamos a terminar discutiendo. ¿tú
me quieres?
-más que a mi vida.
Hasta mañana. Agur.
2 comentarios:
Estupendo como siempre.
Saludos y un abrazo.
Me encanta como hablan tus personajes. No consigo en mis textos esa fluidez conversacional.
Voy a releerte...
Un saludo, admirativo.
Mario
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