lunes, 3 de octubre de 2011

NO SE PUEDE LLAGAR A TODO


Miguel ha ido a comerse parte de lo que han cazado, yo ya le he dicho que conmigo no cuente, imposible. Si no me trae la caza limpia y troceada, no pienso ni mirarla, me da cosa.

Me he quedado en su casa esperando, no sé cuando vendrá. He pasado un buen rato tumbada en el sofá viendo la tele, pero me aburre soberanamente. ¡Vaya programación! No lo soporto. Miguel no utiliza mucho el sofá, se nota enseguida, no tiene la formita hecha, es un hombre muy ocupado, entre el ayuntamiento, las caminas por el pueblo y hacer de jardinero casero, como él dice, no le debe quedar mucho tiempo, si a eso le añadimos el tiempo que pasa conmigo, vamos ni un momento para dedicarle al sofá.

Nunca me siento a gusto en casa ajena, menos cuando el dueño no está. Como en esta ocasión, sería el momento ideal para el cotilleo, no me parece bien, a mi me sentaría mal, ahora que por mirar un poco, no pasa nada. Un pequeño vistazo, solo por encima sin enredar mucho.

Es muy ordenado, su casa…. bueno, no se puede llagar a todo, es un hombre muy ocupado, voy a pasarle el “pronto”, tendré que buscarlo primero. Lo dicho, es ordenado, el sitio más lógico para guardarlo con la bayeta y todo al lado, que no la utiliza mucho, no se puede llagar a todo, imposible.

¡Madre mía! Tiene cientos de libros, de todo tipo ¿qué estudios tendrá?, creo que estudio periodismo, pero nunca ha ejercido, no estoy segura. Lo que tiene que costar mover todo esto para limpiar, no me extraña que no lo haga, ahora también digo que un poco por encima ya podía hacer de vez en cuando, no se puede llagar a todo. A demás entre los libros tiene un montón de papeles, que ni voy a tocar no vayan a ser cosas del ayuntamiento y la liemos. Aunque no creo, por si acaso ni tocar. En fin, que una cosa es curiosear y otro intentar descubrir ¡qué! ¿Algún secreto inconfesable? Todos tenemos cosas que no queremos contar ¿o no? A mí no me gustaría que me anduvieran en mis cosas, es muy posible que a él también le moleste, me estoy sintiendo mal, no estoy haciendo bien. ¿Qué hago con el polvo que he quitado? ¿Lo vuelvo a poner? ¿Qué clase de confianza puedo exigir si hago estas cosas?

Mejor me vuelvo al sofá, habrá que hacerle la formita para que sea más confortable. Me aburro, no hay nada que me interese en la tele ¡vaya porquería de programación! Me cansa. Voy a imaginarme que está sentado aquí a mi lado, eso se me da bien, a dormir, ya me iré a la cama cuando vuelva, sola no.



No sé a qué hora llegó, estaba un poco piripi, sí, sí ¡esos ojillos! Me quedé sopa en el sofá, me despertaron sus caricias, el olor a pacharán y tabaco, hasta me dieron ganas de fumar a mí, no lo hice, no vaya a ser que me desvele y luego me pase la noche cortocircuitando mi cerebro. Se quedó dormido un segundo después de acostarse, roncando ¡qué barbaridad! No es que parezca un animal herido ¡no! Un manada. Como se notan los excesos del día durante la noche. En fin, imagino que habrá estado a gusto, digo yo.



Hasta mañana. Agur



MARIAN



5 comentarios:

Simplementeyo dijo...

Ese sofá debía de ser muy cómodo tantas horas tumbado en él...
Siempre sentimos curiosidad por las cosas de los demás, pero nuestra conciencia muchas veces no nos deja fisgotear jejej.
Genial relato.

Besitos y sonrisas tumbadas :-)

Emilio Manuel dijo...

Ni se te ocurra tocar sus libros y aun menos limpiar sin su permiso si no quieres perder las amistades.

Un abrazo.

Pilar Abalorios dijo...

Casi te metes en un lío, las casas ajenas son una tentación ;)

Anónimo dijo...

todos los excesos se pagan, todos.
un saludo de alguien que te admira.

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Buena lección de civismo tu actitud , al fin y al cabo solo removiste el polvo , aunque las tentaciones fueron fuertes y es que eso de curiosear a veces tiene su encanto.
Un beso